Las compañías de agua se enfrentan a numerosos retos: crecimiento poblacional, concentración excesiva en núcleos urbanos, proliferación de fenómenos climáticos extremos, antigüedad de las infraestructuras hídricas, envejecimiento del personal y una mayor exigencia de los consumidores. El problema es que no disponen de más dinero para buscar soluciones.
Las pérdidas comerciales derivadas del agua no facturada y los robos son relativamente bajas. Las subidas de precios, a pesar de su impopularidad, son más frecuentes que en el pasado. Valga de ejemplo el aumento del 50 % en Egipto este verano, la segunda subida en lo que va de año.
Las compañías de agua son normalmente de titularidad pública y esto suele ser un obstáculo para conseguir financiación.
Las opciones que tienen son:
A estas debemos añadir ahora el micromecenazgo o crowdfunding.
Imran Khan, conocido exjugador de cricket y actual primer ministro de Pakistán, ha propuesto recurrir al micromecenazgo para recaudar 14 000 millones de dólares que irían destinados a construir presas en el país.
No es que el dinero llegue a manos llenas, pero es interesante constatar cómo tanto los particulares como la diáspora están poniendo su granito de arena. Tal es el caso de Javed Shaikh on JustGiving y American Pakistanis on The Act of Goodwill.
No es la primera vez que Khan ha recurrido a donaciones públicas para financiar una infraestructura nacional. Anteriormente, construyó dos hospitales tras recaudar más de 300 millones de dólares.
Reunir 14 000 millones de dólares llevará su tiempo, y más aún construir las presas.
Los críticos cuestionan la viabilidad técnica de las presas, haciendo hincapié en que una de ellas esté situada en un territorio en litigio con la India. Al mismo tiempo, no confían en que sea posible reunir una suma de dinero tan elevada. La mayor recaudación con este sistema hasta la fecha fue la conseguida en la campaña del reloj inteligente Pebble Time en Kickstarter, que ascendió a más de 20 millones de dólares.
En su opinión, sería más eficaz centrarse en arreglar las infraestructuras hídricas de Pakistán y replantearse las políticas que afectan al consumo de agua.
Sin duda, son necesarias ambas cosas: por un lado, alargar en lo posible la vida útil de los activos existentes manteniendo las fugas bajo control y, por otro, ampliar la capacidad de cara al futuro.
Tal vez podrían financiar también con el micromecenazgo el proyecto de una red inteligente: una solución mucho menos costosa que las presas, que además arrojaría resultados inmediatos.