¿Le dejará Trump el pozo envenenado a Biden?
Se especula que Trump le creará problemas a Biden antes de abandonar el cargo. Los temas de política exterior, como la guerra comercial con China y el bombardeo de Irán para evitar que desarrolle armas nucleares, acaparan los titulares.
En This Week in Water, un programa semanal de la radio pública de los Estados Unidos, se emitió un interesante reportaje sobre cómo el presidente Trump puede tratar de obstaculizar las políticas del presidente electo Biden en relación con el tema del agua. Pero olvidaron mencionar un par de detalles sin los cuales no se puede entender toda la situación.
Mientras que la administración Obama trató de ampliar el número de masas de agua protegidas por la ley federal, el gobierno de Trump promulgó una nueva normativa que dejó sin protección gran parte de los arroyos y humedales del país
y acortó el proceso de revisión y aprobación de los principales oleoductos.
Según The Washington Post, el Departamento de Energía de Trump podría cambiar la definición de «cabezal de ducha» para permitir que fluya más agua y eximir a algunas lavadoras de cumplir los requisitos de eficiencia energética.
Biden tendrá que tomar una decisión sobre las tuberías de plomo, que siguen siendo el principal problema relacionado con el agua potable. Dos de las principales cuestiones a tratar son el periodo de que disponen las compañías del agua para sustituir las tuberías de plomo y cómo deben las escuelas monitorear los niveles de toxinas.
Pero faltan dos piezas del rompecabezas.
El primero es la estructura de la industria del agua en los Estados Unidos, que sigue estando muy fragmentada, y esto dificulta el tipo de inversión en infraestructuras que se necesita para hacer frente a los problemas que provoca el crecimiento poblacional, el cambio climático y el envejecimiento de las infraestructuras.
El segundo es el nivel de fugas de la red. Jeff McCracken, director de gestión de operaciones de Itron escribió un artículo para waterfm explicando la importancia del agua no facturada y de frenar las pérdidas de la red. En el artículo, sostiene que para empezar es necesario cuantificar las pérdidas reales y comerciales. Una vez determinados los niveles actuales, se pueden definir los objetivos de reducción.
Tal vez en lugar de librar las batallas que Trump empezó en relación con el suministro de agua, Biden haría bien en presentar sus propias batallas: contra las pérdidas de agua y a favor de una estructura industrial que facilite las inversiones. De esa manera, podrá propiciar una nueva era del agua en los Estados Unidos.
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