La teoría del cisne negro
Nuestro registro de riesgos no incluía una pandemia global. ¿Y el suyo? Por supuesto, contamos con un plan de continuidad del negocio, pero es genérico y tiende a presuponer la denegación del acceso a las instalaciones en un mundo que por lo demás no ha cambiado.
Los fenómenos de baja frecuencia pero de alto impacto a veces se denominan «cisnes negros». Esto no debe confundirse con el problema filosófico de la inducción, causado al generalizar sobre las propiedades
de una clase de objetos en base a observaciones de casos particulares (por ejemplo, la inferencia de que todos los cisnes son blancos, porque todos los que hemos visto son blancos).
Los fenómenos de baja frecuencia y alto impacto se denominan «cisnes negros» porque sorprenden, tienen una gran afectación y se racionalizan inadecuadamente post hoc. El problema es que son poco frecuentes, así que nadie les dedica mucho tiempo. Hasta cierto punto, debido a su rareza, ese tiempo no está justificado. Y aun dedicándole tiempo (está claro que muchos gobiernos ya tienen un manual para la pandemia), resulta que la realidad no se asemeja a lo que uno tenía planeado.
En el caso del COVID-19, el manual probablemente se basa en el SARS. Pero aunque ambos son coronavirus, son diferentes. Aunque el SARS es más mortal que el COVID-19 (el primero tiene una mortalidad del 10 %, frente al porcentaje de un solo dígito del segundo, mientras que las tasas de hospitalización con ventilación mecánica son del 20-30 % frente al 20 %, respectivamente), el COVID-19 parece transmitirse con mucha mayor facilidad. La causa parece ser la carga viral (en todos los fenómenos de cisne negro los tecnicismos cobran protagonismo), que por lo visto alcanza mucho más rápido unos niveles muy superiores en los casos de COVID-19.
Los registros de riesgos de las compañías de agua también deberían incluir la grave escasez del suministro de agua, incluidas las sequías. Es un fenómeno de alto impacto con una frecuencia cada vez mayor. Así lo atestigua la Oficina Nacional de Auditoría del Reino Unido en un informe reciente.
Una excelente herramienta para controlar las fases iniciales de una grave escasez de suministro de agua es el control avanzado de la presión. Permite reducir la presión gradualmente en toda la red desde un ordenador antes de imponer restricciones a los clientes.
El control avanzado de la presión también es una herramienta clave para la red de suministro en la actual pandemia. La demanda de presión sobre las redes cambia considerablemente al reducirse la actividad de las empresas y de las personas que se quedan en casa. El control avanzado de la presión se habría ocupado de esto automáticamente y habría mantenido la presión de la red al nivel óptimo. Sin que nadie tenga que evaluar la situación, hacer cálculos ni desplazarse a ningún sitio para realizar los ajustes.
Lo mejor que podemos hacer es estar preparados. Es difícil saber qué debe hacer uno para prepararse cuando no sabe exactamente para qué se está preparando. Pero el control avanzado de la presión es el EPI de la red. Pase lo que pase, solo le aportará ventajas.
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